miércoles, 27 de julio de 2022

Capitulo 8- Como y por qué mi camino no tiene que saberlo nadie, ni yo mismo, no hoy. Tal vez mañana.

Capitulo 8- Como y por qué mi camino no tiene que saberlo nadie, ni yo mismo, no hoy. Tal vez mañana.


El día amanecía como cualquier otro, con el astro sol amenazando por el este y el despertador sonando en mi muñeca. Pero la visión hoy es distinta, enormes moles de roca del parque natural del Posets-Madaleta se vuelcan imponentes sobre la ventanilla del coche donde he dormitado sobre mi cómodo colchón de “espumas en tu casa” pero puesto en los asientos traseros de mi mithusbishi outlander. La noche la he pasado repasando croquis y fotos de la actividad que tenemos por delante que ocupara las próximas 48 horas de nuestras vidas, y marcará un nuevo camino de aprendizaje en la mía. La cresta Ixalenques Tempestades, desde su collado, hasta el cielo pirenaico. El Aneto. 3404m sobre el nivel del mar. 3208 metros sobre mi tierra natal, Cieza. Porque los Ciézanos somos muy nuestros y nos creemos el centro de todas las cosas, ¿Por qué no íbamos a ser también la medida de todas las cosas?.


Desayunamos en sillas de camping cafe de cafetera italiana y unas galletas de avena del  conocido supermercado de un tal Roig mientras damos los últimos retoques a nuestras siempre demasiadas pesadas mochilas de ataque. Con más silencio del necesario, y a la vez habitual, en la previa de cualquiera de nuestras aventuras, echamos a andar en busca del autobús de linea que hará de lanzadera de nuestra meta propuesta hace meses en un bar ciezano a la orilla del rio Segura y bajo la embriaguez que nos proporcionan los butanos frescos de un tal Mortadelo. Aún hoy me pregunto como puede un deporte limpiar la mente de cualquier otro pensamiento de esta manera tan voraz, devorando impurezas que en cualquier otra circunstancia rondan por nuestras cabezas restando de felicidad a nuestra existencia.


Pues felices, con Mascarilla y 7 euros menos en el bolsillo por el ticket del autobús, vamos camino a agualluts. Los tres peldaños de acceso al bus serán los primeros de los 40.000 pasos que nos esperaban y que finalmente marco mi excesivamente caro y sofisticado reloj de pulsera, en ellos ya notamos que sobre nuestros hombros no solo iban los piolets, crampones, saco, esterilla, abrigos, comida, desayunos… iban las ilusiones de pasar una de las noches más esperadas y mágicas del año, la actividad anual realizada siempre por este grupo de amigos montañeros que tras todo un año de escaladas murcianas, salen de su árida tierra natal para visitar el norte y las verdaderas paredes donde los miedos, las alegrías y las emociones se multiplican de manera exponencial.


Salimos del autobús y recorremos con una rapidez inusual, explicada seguramente por la ilusión contenida, los primeros 2km de ruta masificada que nos deja en las praderas que desembocan en el famoso sifón del aualluts. Agua de deshielo de la fusión de un maltrecho glaciar del Aneto que en 24 horas acabaremos pisando a la bajada y que ahora discurren a nuestro lado sin ser realmente conscientes de ello. 


La primera decisión que acometimos fue la de llevar las botellas de agua vacías para llenar justo en el ultimo momento en el que abandonaremos este rio Eserá en su parte mas neonata. 2 dias, 2 litros de agua por día, son 4kg de agua que deberíamos transportar desde el punto en el que abandonáramos el cauce, y así hicimos al llegar al ibon de Bárranc, recorridos unos 6 km ya desde nuestra salida, y en donde por suerte, primera y única vez en el día, tomamos el camino equivocado en nuestra ruta. Ascendimos cargados de agua, por su derecha a la Coladeta de Bárrancs para después desastrosamente tener que volver a Bajar al cauce del rio Esera dirección al collado de Tempestades cargados con esos 4 kg que restaron ímpetu a nuestro inicio fulgurante de forma innecesaria pues al volver al cauce pudimos volver a reponer ese bien tan preciado con las temperaturas que nos estaban haciendo. Pero aquí las sensaciones cambiaron, pues por primera vez en el día, podemos ver casi al completo la cresta que durante casi 16 horas recorreremos por su filo como si de un cuchillo afilado se tratase. La vida es a veces así, un camino estrecho que creemos tener que recorrer con la sensación de que si nos salimos de ésta estrecha linea caeremos al vacío sea por el lado que sea.  Pero estamos equivocados, la vida puede discurrir por tantos caminos paralelos como nos guste explorar. Solo tenemos que afrontarla como lo que son para nosotros, únicos e irrepetibles. Disfrutarlos. Y como para todos el final es el mismo, por que malgastarla recorriendo caminos que algunos tienen marcados para nosotros.


Y es con este espíritu es con el que llegamos al collado de Ixalenques, con el mismo que nos fumamos un cigarro a casi 3000 metros sobre nuestro mediterráneo, y con el mismo con el que reponemos fuerzas y comenzamos a transitar por el filo del camino que nos hemos marcado nosotros mismos para este día. Mariano toma el mando abriéndonos paso por los 2 primeros y mas comprometidos largos de roca, escaladas y destrepes serán la tónica de esta aventura, combinados con risas y silencios que poco a poco irán uniendo nuestras almas en una sola para acabar sintiendo esa amistad que en muchas ocasiones duele, pero que cuando puedes verla cara a cara se hace de una belleza inusitada. 


Tras unas 11 horas desde que bajamos de aquel autobús llegamos al pico de Tempestades, y coronamos sus 3296m  con la vista puesta en unas amenazantes nubes que descargaban lluvia a varios kilometros de distancia pero que para nosotros ya veíamos sobre nuestras cabezas. Por qué el ser humano siempre se pone en lo peor, vemos un problema a lo lejos y en vez de prepararnos para afrontarlo de la mejor manera posible, nos detenemos en maldecir por qué el destino nos quiere castigar con su mala suerte.  ¿Si solo tenemos una partida que jugar?, ¿de qué sirve rendirse?, no hay mas oportunidades, la única moneda ya esta echada y lo dudes, todo se acaba cuando salga el “game over” en la pantalla. Mientras no salga riamos bajo la lluvia, aprendamos de las traiciones, saboreemos los momentos dulces, no nos detengamos en las noticias amargas, escalemos los muros que nos ponga el sino, y simplemente elijamos el camino que elijamos, disfrutemos como si fuese el acertado. No hay ¿Y Si?´s que valgan. 


Y eso hicimos, esterillas al suelo, infiernillo encendido, cena caliente, cigarrillos y disfrutar de lo que si miramos con perspectiva podría ser una de las noches más mágicas que habré vivido en la montaña. Dormir en un pico a 3200m, en un vivac, mientras la tormenta se aleja, el sol se pone, y a su vez dibuja con extrema belleza un anochecer con contornos dorados sobre los neveros y macizos circundantes, una de las mas bellas estampas que jamas haya observado. Después, después solo quedo la calma, silencio, ni una brizca de aire, mil estrellas y una enorme luna iluminaba nuestro corazón, y que dio paz y descanso a nuestros fatigados cuerpos.


Amanece, y a el sol le vuelve a salir un amanecer increíble, esta que se sale estos días. Ilumina nuestros frescos rostros y seca la escarcha acumulada sobre nuestros sacos. Casi podría decirse que calento nuestro café, alimento nuestros estómagos y dio rienda suelta a nuestro renovado ímpetu por coronar la cima pirenaica. Así que pocas palabras bastan, para saber que tenemos que abandonar este mágico lugar en busca de la meta y el temido por nuestros cuádriceps descenso a Agualluts. Pero justo antes de iniciar el paso, algo , o más bien alguien, nos recordó que aunque para nosotros sean únicos, casi todos los caminos ya han sido recorridos por alguien, y que nuestros fracasos y nuestros éxitos solo serán irrepetibles para nosotros mismos. Y así, vemos cómo esta persona, que pensamos habría salido bien temprano, incluso mientras nuestros ojos aun permanecían cerrados, nos adelanta y avanza por la cresta dirección al Aneto de una manera fluida, sin protección y sin mas compañía que la de sus latidos y pensamientos. ¡Vaya loco!, pensamos. !Vaya locos¡, pensaran de nosotros nuestros amigos que no practican montaña. Y es que no lo duden nunca, no vivir plenamente si que es una puta locura.


Tras solo un par de horas alcanzamos la cima, esa meta tan ansiada desde hace ya varios meses que planeamos esta actividad. Y es aquí, en esta meta ya del pasado, donde nos damos cuenta, nuevamente, que solo es una meta volante, y que la verdadera meta no es mas que el “game over”, y si es así, cuantas mas metas volantes nos propongamos, mas caminos estaremos recorriendo, mas aprovecharemos esta vida. Como dice la canción; 


Nadie avisó de los baches y las caídas

Aun así, un pie delante del otro

Un pie delante del otro, desafiantes

¿Qué importa lo que diga el mundo y cuán fiera sea la tormenta?

No dejes que te arrastre y te hunda bajo la arena

Porque si logras mirar más allá del tiempo y del espacio

De los números, de los colores y las formas

Hay un segundo en el que todo cobra sentido


Pues un pie delante de otro fue la técnica que empleamos para, con el bello de punta, descender, disfrutar, reír, sonreír y llegar a nuestra meta volante, y a su vez, comprender qué habrá más, muchas más, y que serán en solitario o en compañía, pero serán únicas e irrepetibles para nosotros. Así es y así espero siga siendo mi camino, que no tiene que saberlo nadie, ni yo mismo, no hoy. Tal vez mañana. 



gracias a mi hermano Manolo y a Mariano, por acompañarme en esta meta volante.





























1 comentario:

  1. Joer, José Ángel, no me preguntes por qué, seguramente por lo relacionado de esta entrada con los últimos acontecimientos familiares, pero escribo este comentario a través de la lente distorsionante que me proporciona la emoción de su lectura. Déjate la ingeniería y dedícate a la escritura.

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