Ya han llegado otras noches, y han apaciguado luces y malogrado sombras; El castigo sigue siendo no olvidar la oscuridad de ese cielo perfecto.
El ensueño cura si no sangra, si no llega el alba, y ellas vuelven a obviar lo difícil que fue existir, para negar y no tocarse con su luz inalcanzable. Se consume el fulgor imposible.
Pero en la noche, a cada destello de sinrazón, tal vez en los Ibones, vuelven en recuerdos a aquella oscuridad azul, indigna de unos ojos que vieron el milagro de hablar al unisono de los erráticos cielos perfectos.
El ensueño cura si no sangra, si no llega el alba, y ellas vuelven a obviar lo difícil que fue existir, para negar y no tocarse con su luz inalcanzable. Se consume el fulgor imposible.
Pero en la noche, a cada destello de sinrazón, tal vez en los Ibones, vuelven en recuerdos a aquella oscuridad azul, indigna de unos ojos que vieron el milagro de hablar al unisono de los erráticos cielos perfectos.
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