Dejad oír a la lluvia,
que sus gotas, nos abracen y
su oscuridad nos
acercerque el sabor de
los domingos por la tarde.
¡Quietos!
Detenedse un instante,
percibir el frió acogedor,
la profundidad de sus
color chocolate.
¡Callad!,
observar aquella lluvia eterna,
eterna desde que la magia nos visito;
uniendo casualidades...
¿O fue el destino?
....para ellos siempre era el destino.
L.M.
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