miércoles, 10 de noviembre de 2010

Una "Miaja" de la Rioja Alavesa


Un placer emocional, y no de menor cuantía sensorial, fue mi trasiego perdido en busca de la ruta perfecta.
La sorpresa no fue el vino, ni sus paisajes. Mas bien su aire y sus placeres. Cualquier ciudad visitada, parece efesvercer del suelo, como el olor que desprende un buen vino, entre viñedos y monte, perduran como la imagen de un parto, ciudades de vida, y vidas de piedra.


Y casi sin querer, entraba en una villa mejor y mas bella que la anterior, donde el tiempo no avanza como lo hace en donde suelo vivir, los colores no son los que solemos ver, y sobre todo, las caras no son las que suelo ver, y aun así, casi sin pedirlo, el camino siempre me lleva donde quiero ir.






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